08 septiembre 2010

Un año después

Hoy hace un año que me operaron del hombro. Hace un año esperaba la respuesta a mis dolores de hombro que tenía desde hacía años, aunque pensaba que no iba a haber respuesta, que todo quedaría en nada. "Marta, no te preocupes, todo está bien, simplemente eres un poco quejica". Pero para sorpresa de todos no fue así.
 

 
Después de una operación de tres horas los médicos me dijeron que tenía inestabilidad del hombro, o sea, que se podía haber salido en cualquier momento (haciendo fórceps, jugando a tenis...). Y de paso me arreglaron unas cuantas cosas más que tenía tocadillas. El resultado fue que la baja que tenía prevista de un mes y medio, como mucho dos, iba a ir para largo. Yo con mi optimismo habitual, y sin que ni médicos ni fisioterapeutas me dijeran lo contrario, pensaba que antes de Navidad ya habría vuelto a trabajar. Pero la baja fue alargándose.
 
No podía levantar el brazo a la altura del hombro, no podía abrirlo hacia el lado, y por supuesto no tenía fuerza. Así que seguía comiendo con la izquierda, seguía sin poder hacerme una cola (intentad hacerlo con una mano, venga), lo que me llevó a cortarme el pelo, seguía sin poder usar el ratón del ordenador (suerte del portátil) y no me veía nada segura conduciendo. Seguía viendo el alta muy lejos.
 
Después de machacar mucho el brazo (y de paso las cervicales) y hacerme pruebas para descartar complicaciones los médicos decidieron que me tenían que volver a intervenir (HORROR). Tenía pánico a una nueva anestesia, a una nueva intervención, y sobre todo a la posibilidad de nuevas complicaciones.
 
Pero se me había formado una capsulitis retráctil por lo que se tenían que romper las adherencias y no sabían si les iba a ser fácil. Me sedaron, no sabía si sólo forzarían (apretando), si me harían una nueva artroscopia (DOLOR) o si tendrían que abrir rajándome (MÁS DOLOR). Por suerte al despertarme miré hacia mi hombro y  no tenía ninguna venda, sólo tenía mi amigo el cabestrillo (otra vez), así que la movilización forzada había funcionado.
 
Y vuelta a empezar con la rehabilitación. Casi fue como empezar de nuevo, sin poder mover el brazo por el dolor y sin que me pudiesen forzar por la limitación. Por mucho que me esforzase seguía sin poder subir el brazo. La baja seguía alargándose. Y mi desesperación fue creciendo. Y entonces me dejaron hacer ejercicios de fuerza, y todo empezó a cambiar. A un ritmo muy lento, como yo, pero iba mejorando. Ya podíamos hacer planes de ir aumentando los ejercicios y de una posible reincorporación, ya sabía que sería en verano (pero el verano es muy largo). Yo no quería reincorporarme en septiembre, si hubiese superado el año de baja, la baja me habría superado a mí.
 
Por fin me vi capacitada para volver a trabajar, y el médico estuvo de acuerdo. No había llegado ni de lejos a los objetivos que habían marcado en un principio para mi reincorporación, pero necesitaba volver a trabajar. Así que me fui a mi médico de cabecera con una sonrisa de oreja a oreja y le pedí el ALTA.
 
Y volví a trabajar.
 
Después de un año de rehabilitación diaria, de recoger el boletín de la baja semanal, de dos inspecciones de la baja por la seguridad social, de muchas visitas de control, de sesiones de osteopatía para recolocar la espalda desviada por la compensación, de ejercicios en la piscina, de tele, mucha tele, de blogs y recetas, por fin volví a mi rutina diaria. Despertarme, ir a trabajar y volver a casa agotada. Me encanta.
 
Es desalentador no sentirse productiva a los 28 años, sentir que tienes toda una vida por delante y que no estás haciendo nada de provecho, ni nada para los demás, sólo pensar en tu hombro, en curar tu hombro, en estar bien tú misma. Quiero volver a preocuparme por los demás, por que se encuentren bien, por que se curen, y que de tanto trabajo me olvide de si me duele el hombro, la cabeza, y de si puedo abrir más o menos el brazo hacia fuera (maldita rotación externa).
 
Ahora ya llevo más de un mes trabajando, y todo ha ido mucho mejor de lo que esperaba. Mi brazo ha respondido en todo momento (o casi) y va cogiendo fuerza. Lo que ha hecho que sin más ejercicios de rehabilitación pueda subir el brazo casi del todo, cosa que pensaba que no iba a ocurrir nunca, o al menos en los próximos meses.
 
Ya sólo me falta poder dormir sobre el lado derecho, volver a jugar a tenis, y jugar a bolos por primera vez.